viernes, 19 de junio de 2009
Su corazón de gaviota
elevándose de la tierra,
y sus quimeras eternas
de llegar a las estrellas.
Nadie le ha dicho, nada,
qué eran vuelos de poeta
qué incierta era la magia,
y sufría a su manera,
queriendo habitar en ellas.
Despertaba con el alba,
es la hora en que despereza
quién ha pasado la noche
desperdigando poemas.
Su corazón es ternura,
y no quiere, ya no acepta
que le dibujen un cielo,
sin armonías y ausencias,
opacado firmamento
que da espalda a sus penas.
Su corazón de gaviota
herida, por inclemencias,
no comprende, cielo mío,
los dictados de la tierra.
Pues ¿a quién se le ocurre?
tener alma de poeta.
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